Hola otra vez, espero que se encuentren muy bien chic@s pues hoy traemos un tema muy interesante para todos, pues hablaremos sobre una nueva causal de divorcio que todos como buenos abogados debemos de considerar.
UNA NUEVA CAUSAL DE DIVORCIO
“YO QUIERO DIVORCIARME Y PUNTO”
Dice la Constitución que la sociedad y el Estado están en la obligación de proteger la familia, y para tal fin, ambos se han empecinado en obligar a los matrimonios a permanecer juntos, aun contra su propia voluntad, todo por no existir una causal de divorcio que consista en la mera voluntad de uno de los cónyuges, sí, así de sencillito y de facilito: “Señor Juez acudo a su despacho para solicitar el divorcio de mi matrimonio con Pepita Rondón porque no quiero vivir más con ella.” Y punto final, sin más explicaciones que la mera voluntad de uno de los cónyuges.
Obviamente que el matrimonio ha construido algo; un patrimonio, unos hijos que no se puede permitir su desamparo y, si no hay acuerdo entre los esposos sobre como liquidar el patrimonio y cómo van a responder por sus hijos, ahí sí debería hacer su aparición el Juez en esta novela, primeramente llamando a los esposos a un acuerdo mutuo, a una conciliación, de no ser posible la conciliación, entraría el Juez a representar su papel de actor principal para imponer su criterio, obviamente desde el punto legal, para garantizar los derechos tanto de cada uno de los esposos como de sus hijos.
Pero hay algo que no cuadra
Uno no entiende cómo es posible que en una civilización tan desarrollada, el hombre mentalmente siga aferrado a viejos patrones machistas y de explotación hacia la mujer, porque recordemos que el pasado del matrimonio es de lo más oscuro, siniestro, perverso y, en todo caso, adverso a una sana convivencia, el matrimonio nunca fue en sus orígenes producto del amor, el matrimonio surge de la necesidad del hombre machista y dominante de tener un objeto con el cual satisfacer sus deseos sexuales en el momento que su naturaleza incontrolable se lo exigiera, esto por un lado, porque de otro lado tener hijas mujeres garantizaba unos ingresos extras al clan familiar cuando se lograba casar a la hija, sin siquiera consultárselo a ella, con el hijo del hacendado de la región quien pagaba una dote para ese matrimonio, palabra con la cual han disfrazada un negocio humano.
Le llamaron dote por no decir: “Señor Albarracín, le compro a su hija, estoy dispuesto a darle 50 novillos gordos y 20 marranos por ella”, esta hija salía bien vendida, pero cuando el matrimonio era entre pobres, una hija valía un marrano o un marrano una esposa, en la antigüedad no se casaban las hijas, se vendían, y claro como yo compré algo, es necesario garantizar que yo pueda disfrutar el precio que recibí sin preocupación de tenerlo que devolver y de allí surge el cuentico de que el matrimonio es para toda la vida, además porque el ánimo egoísta y presuntuoso del hombre no le permitía casarse con una mujer que no estuviera virgen, entonces.
¡Para qué carajos!
¡Para qué carajos! iba a querer el padre de nuevo a María en la casa si ya se le habían comido los dulces y con ello había perdido todo su valor económico, porque de seguro la mujer devuelta por su esposo no se volvería a casar. No nos engañemos más, el matrimonio fue en sus orígenes un negocio mercantil, un tráfico humano reglado por la ley, patrocinado por hombres machistas, calculadores, egoístas y ambiciosos.
Pero… ¿Para toda la vida?
Por eso es que pienso que la frase: “Para toda la vida” que va inmersa en el contrato de matrimonio debe desaparecer de las legislaciones del mundo. Obligar a dos personas a permanecer juntas cuando una de ellas ya no quiere, es alimentar lo que por otro lado, los legisladores y la sociedad combaten a brazo partido, el maltrato familiar. ¿Qué más se puede esperar de una convivencia obligada? Ate dos águilas por las patas y téngalo por seguro que se destrozarán intentando buscar su libertad, suéltelas, y quizá surquen los cielos juntas por el resto de sus días.
Y es que esto es algo que yo nunca he entendido, si para casarse se necesita el consentimiento de dos personas, porque hasta ahora yo no conozco legislación alguna que me permita ir donde el Juez y decirle: “Señor Juez, yo amo profundamente a Shakira yo quiero permanecer a su lado por toda la vida para amarla y cuidarla en la pobreza, en la riqueza y tener dos hijos con ella y bla, bla, bla,” y que el Juez ni siquiera llame a Shakira a presentarle mi propuesta. Y eso es así, y no solo debe ser así, tiene que ser así, ¿qué tal que no? ¿Qué tal que de la noche a la mañana uno amaneciera casado con la más fea del pueblo?
Esta parte la entiendo perfectamente, la parte que no entiendo es ¿Por qué se me obliga a permanecer al lado de una persona con quien ya no quiero compartir mi vida? Si para casarse se necesita el consentimiento mutuo, ¿Por qué no se exige ese mismo consentimiento para permanecer unidos?
La respuesta…
La respuesta es sencilla, sutil sí, oculta también, y es que el Estado y la sociedad necesitan personas infelices, personas que vivan aburridas en sus casas para que se queden en sus oficinas trabajando más por simple pereza de llegar a la casa, personas infelices en sus hogares para que busquen en el alcohol ahogar sus penas y de paso contribuyan a la salud de los colombianos, o mejor, a los bolsillos de los congresistas corruptos, porque no hay algo que recaude más dinero por impuestos que el alcohol y el juego, ambos impuestos supuestamente dedicados exclusivamente a la salud, pero en la salud es precisamente en lo que menos se invierte.
Entonces, la razón de esto…
Esa es la única razón que encuentro para que aún persista, bajo la premisa oscura, mentirosa e hipócrita de defender la familia, el hecho de que se tenga que vivir obligadamente con una persona con quien ya la vida en común es imposible. Una convivencia obligada es pábulo para constantes agresiones físicas, verbales y morales que muchas veces ninguno de los dos se atreve a ventilar más allá de sus portones, especialmente el hombre que por su condición machista se niega a admitir que su esposa lo maltrata, prueba de ello es el bajo índice de denuncias de hombres agredidos por sus mujeres y, no es que no suceda, es simplemente que guardan silencio por no ir a decir ante la inspección de policía:
“Señor inspector, mi mujer me pegó” y mucho, mucho menos va ir un hombre a contarle a sus amigos, como si lo hacen las mujeres, que su esposita linda le pegó, lo mínimo que encontraría de sus amigos serían burlas a montones y el más lanzado le diría algo así como: “Eh ave maría hermano, usted que mide 1,70 y pesa 90 kilos se deja pegar de ese renacuajo que mide 1,50, yo no lo puedo creer, a usted definitivamente le faltan…” (Lo que usted y yo sabemos) y ahí se empeora la cosa, porque en la próxima discusión ese machote que tuvo consideración con su mujer se va a defender.
Un cambio ya por favor
Señores legisladores, hasta cuándo vamos a alimentar este fósil en nuestra legislación, ya es hora de abrir una puerta a la sana convivencia, una puerta a la anticipación, a la evitación de futuras agresiones familiares, admitir como causal de divorcio la voluntad de uno de los cónyuges no es un atropello a la familia, nada nos ganamos con tener en apariencia una familia unida ante la sociedad pero separada en su interior, ¿qué ejemplo de familia podrán recibir esos hijos de un papá y una mamá que escasamente se dirigen la palabra? Ninguno, al menos ninguno que ayude a fortalecer el concepto de familia y de convivencia, ninguno que ayude a formar a esos hijos en valores de respeto y convivencia.
Admitir esa causal de divorcio no es más que anticiparnos a evitar problemas mayores, ya el problema está generado, la pareja no se entiende, uno de ellos considera por cualquier cosa que sea, que ya no puede, o simplemente no quiere permanecer a lado de su esposa y que es hora de irse, y esto desde el punto de vista sicológico y de convivencia, es más sano que permanecer donde ya no se quiere estar, por es importante plantear una nueva causal de divorcio porque ¿Dónde queda la libertad del hombre cuando la ley no le permite separarse de alguien? En ninguna parte, simplemente queda demostrado una vez más que el hombre no es libre.
Si quieres conocer más sobre las causales de divorcio te invito a que descubras el código civil que va Derecho al Derecho, sin tanto rodeo ni cuento. Pero si te animaste a divorciarte o conoces a alguien que le pueda interesar acá te dejamos los requisitos y documentos que necesitan.
John Jairo Giraldo Gutiérrez.
Abogado.